08 julio 2014

Para Bailar

El 31 de diciembre de 1980 fue miércoles y amaneció lloviznando. En la mañana, después del himno, hicieron un apremiante llamado a la movilización, en el seno de las milicias, frente a las nuevas amenazas. Poco después, Atlántida le puso flores frescas a sus muertos y empezó a pelar toronjas para hacer un dulce.
Mi madre llegó en el tren de las dos con un regalo para cada uno: dos libros y una botella de Viña 95. Alrededor de las cinco, Aurelio se dio un baño de agua fría y se puso su camisa de corduroy para empezar a leer El Don apacible. La frialdad de la tarde se afilaba en los hierros, antes de entrar por los postigos.
A las seis me fui a dar vueltas por el pueblo con mi radio portátil. Era un VEF 206, de fabricación soviética, donde Billy Joel cantaba “Honesty” una y otra vez.  Cada vez que se acababa la canción, CMHW felicitaba al pueblo de Cuba por un aniversario más del heroico triunfo.
A las doce de la noche, cuando se acabó la final de Para Bailar, el Paradero de Camarones se fue a dormir. Faltaba un año para que Aurelio se enfermara, tres para que yo me fuera en el Budd que pasaba de madrugada y nueve para que todo aquel mundo se borrara de la cabeza de Atlántida.
El 31 de diciembre de 1980 fue un miércoles como otro cualquiera. Pero no logro olvidarlo. Cada vez que oigo “Honesty” soy capaz de reconstruirlo minuto a minuto; desde el apremiante llamado a la movilización, hasta el cubo de agua que lanzamos sobre el andén a las 12 en punto, cuando 1981 nos tocó a la puerta.

2 comentarios:

Henry Ballate dijo...

Lindo.

Ismael Valdivia dijo...

¿ 9 años para el derrumbe de aquello? Amigo, nunca se construyó nada.