24 mayo 2014

La hazaña de ser madre

(Escrito para la columna Como si fuera sábado, de la revista Estilos)

Una vieja película, filmada en el ya remoto año de 1987, trata de contar la historia de una mujer que, por accidente, acabó convirtiéndose en madre. Aunque esa es la sinopsis que aparece en Netflix, lo que al final relata es el enorme esfuerzo que tienen que hacer las mujeres para tratar de ser valientes en un mundo dominado por la cobardía de los hombres.
El filme se llama “Baby Boom” y su protagonista es Diane Keaton, quien interpreta a J.C. Wiatt, una exitosísima mujer de negocios en un Nueva York que empezaba a prepararse para la revolución digital. Era tan competitiva y agresiva, que le llamaban “La Tigresa”. Tanta era su ambición, que los dueños de su compañía habían decidido convertirla en socia.
De eso trata una de las primeras escenas, donde le preguntan si está dispuesta a trabajar de 80 a 90 horas a la semana. Ella, con fiereza, acepta. Nada del mundo real la distrae, ni siquiera su pareja, con quien resuelve el acto sexual como uno de los tantos trámites a los que se enfrenta en su vida cotidiana, en unos pocos minutos.
Pero un accidente que ocurrió a miles de kilómetros de ella, en Inglaterra, tuvo un radical impacto en su vida. Un primo que había visto una sola vez murió junto a su esposa en un accidente y, lo que era más sorpresivo aún, había hecho un testamento donde le dejaba una herencia: su pequeña hija.
Al principio les dije que J.C. Wiatt acumulaba éxito tras éxito en el mundo de los hombres, donde por lo regular no hay niños. Por eso sus jefes ponen una terrible cara de espanto cuando la ven llegar con una rubita británica entre los brazos. “¡Yo ni siquiera sé cuántos nietos tengo!”, le reprochó el que más esperanzas había cifrado en ella.
No les quiero contar la película, pero se hace obvio que perdió el trabajo y cayó de una patada en el lugar que, según los hombres de éxito, le corresponde a las mujeres que no quieren parecerse a ellos. También al principio les dije que era una mujer muy competitiva y agresiva. Omití un detalle importante: también era muy valiente.
Conozco a muchas más madres valientes que a padres valientes. Si algo precisa de coraje, intrepidez y bravura, es criar hijos es un mundo que hace cada vez más difícil esa labor. Muchos de los deberes actuales se pueden resolver a través de una aplicación o, cuando menos, haciendo click en un ícono. En cuanto a los hijos, solo se han resuelto los pañales desechables y las fórmulas enlatadas. Todos lo demás hay que hacerlo igual que en el siglo XIX.
En el mundo de los hombres de éxito, esos que construyen de una manera obsesiva un capital, algo tan simple como contribuir a formar la capacidad intuitiva y el sentido común de los hijos, resulta una distracción poco rentable y prefieren delegarlo en alguien.
“Baby Boom” habla de la sociedad norteamericana de finales del siglo XX. La sociedad dominicana actual no está muy lejos de ahí. Una doctrina substancialmente conservadora y machista sigue rigiendo en la mayoría de su ámbitos.
Las madres dominicanas que han logrado el éxito profesional, lo han tenido que hacer con el triple de esfuerzo y desempeño que los hombres, aunque no sean padres. Viendo a Diane Keaton en la pantalla, reconocí los rostros de muchas madres dominicanas que admiro mucho.
Hablo de esas mujeres que no se han dejado devorar por unas concepciones morales que las persiguen todo el tiempo, como en una pesadilla. A ellas, a esa valientes mujeres que libran día a día una batalla campal contra la cobardía discriminatoria, nunca bastará con que le dediquemos un párrafo o un Día.
Sus hazañas son su verdadero premio.

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