27 febrero 2013

Esther en alguna parte o el regreso de Lichi, Rapi y Reinaldo Miravalles


Hace unas noches se estrenó en La Habana la película Esther en alguna parte, que fue dirigida por Gerardo Chijona y está basada en la novela homónima de Eliseo Alberto. Todos los que la han visto coinciden en los elogios. Algunos, incluso, comparan el éxito de su estreno con el de Fresa y chocolate (Tomás Gutiérrez Alea, 1993).
—La película se filmó en un estado de gracia —aseguró el actor Luis Alberto García, quien se mostró muy feliz de haber participado en el filme a pesar de que hace un papel secundario.
Esther… es la última novela de Lichi, quien murió hace poco más de un año en México D.F. Su hermano Constante (Rapi) Diego, quien era director de cine, fue el primero en advertir que la historia merecía una película. Pero la muerte también le dio alcance antes de que comenzara a trabajar en ello.
Gerardo Chijona, quien era amigo de ambos desde los tiempos en que estudiaban en la Universidad, se hizo cargo del proyecto. Desde el primer momento, según confiesa el director, quiso que Reinaldo Miravalles encarnara al personaje principal de la historia. Miravalles, el más importante actor del cine cubano, tenía casi 90 años y vivía a 90 millas, en Miami.
Nada detuvo a Chijona, ni siquiera el hecho de que el autor de su historia fuera el mismo de Informe contra mí mismo, una de las denuncias más viscerales y conmovedoras que se le han hecho a la revolución cubana por un escritor formado dentro de ella.
Cuando Miravalles arribó al aeropuerto de La Habana fue recibido por una cerrada ovación de su público. “¡Viene con un cuchillo en la boca!”, dijo el actor Enrique Molina, quien es su contraparte en el filme. En efecto, el anciano actor se entregó con todas sus fuerzas al rodaje. Ni siquiera su ya mala memoria le impidió sacar adelante el personaje.
Aún no he visto la película, no puedo decir nada respecto a ella. Pero desde que supe de su estreno celebro ese hecho. Saber que Lichi, Rapi y Reinaldo Miravalles pudieron regresar a Cuba, comprobar que “la máquina del olvido” se detuvo para que ellos pasaran, es más que suficiente.
 A Gerardo Chijona habrá que agradecerle siempre, además de sus películas, este acto de hermandad y justicia. Solo por eso, estoy de pie, aplaudiendo a Esther en alguna parte.

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