18 noviembre 2011

Martí insepulto

Esa es la antigua estación de ferrocarril de El Cristo. La vía férrea pasaba justo donde permanece estacionado el viejo vehículo verde. El andén, que ha sido cubierto por sucesivas correntías de lodo, estaba donde ahora su apilan equipos y materiales de la construcción.  

El domingo 26 de mayo de 1895, el cadáver de José Martí fue expuesto en ese lugar. Aquel día no se le rindió ningún honor ni el más mínimo homenaje. Más bien fue mostrado como un trofeo de guerra, antes de que continuara el viaje en un vagón de mercancías hasta Santiago de Cuba.
Justo una semana antes, el 19 de mayo, el líder de la insurrección había caído. Su caballo se espantó delante de la fusilería enemiga. Fue derribado por los primeros disparos de su primer combate. A lomo de mulas y bajo una pertinaz llovizna, el cuerpo fue llevado al cuartel de Remanganaguas.
Una vez que fue confirmada su identidad, lo enterraron por segunda vez (ya antes lo había sepultado a la orilla del arroyo Las Barbacoas. Lo tuvieron dentro del lodo hasta que se aseguraron de que ya no había mambises cerca). En un avanzado estado de descomposición, fue llevado en parihuela a Palma Soriano en la mañana del viernes 24.
Después de ser exhibido en el parque, ya en un ataúd, lo condujeron a San Luis y de ahí en tren hasta Santiago. Una tarja recuerda el paso de Martí insepulto por El Cristo. Lo que se dice es frío, apenas conmemorativo. Como todo lo que se escribe en mármol, resulta insuficiente y vacuo.
Pero al menos se recuerda la tragedia, se le explican a los viajeros las razones por las que el trayecto ha sido tan infructuoso.

1 comentario:

Anónimo dijo...

PODEROSO. CAMILO. PODEROSO.
LA NOTA QUE MÁS ME HA GUSTADO.
(Lemis)