19 agosto 2010

La máquina de picar carne de Hemingway

Muchas veces, entre amigos, caemos en la casi siempre inútil tentación de las comparaciones literarias. Obras, autores, nacionalidades, estilos, tendencias y no sé cuántas variables más nos sirven para poner cosas sobre una balanza y dictar sentencia. La mayoría de las veces caemos en fundamentalismos y nos atrincheramos en lo que, para cada uno de nosotros, es una verdad absoluta: el gusto individual.
Yo, por ejemplo, tengo una animadversión incontrolable contra Paulo Coelho. Sus libros me provocan sarpullido, sus frases me ponen de mal humor y suelo tener prejuicios contra la gente que lleva debajo del brazo una agenda con citas de sus boberías (lo advertí, soy irracional al respecto). Un amigo mío a su vez, detesta a Alessandro Baricco, quien es uno de mis escritores preferidos.
Hace unos días, en una expedición por la biblioteca de Ramón Font-Bernard, hallé un ejemplar de Enviado especial, un volumen que recoge los artículos y reportajes que Ernest Hemingway escribió para periódicos y revistas desde 1920 hasta 1956. Aunque él siempre renegó de esos trabajos escritos para ganarse el pan, al menos a mí me parecen tan buenos o mejores que muchas de sus ficciones.
Todavía disfruto un artículo que publicó Hemingway en Trasatlantic Review, en octubre de 1924, a propósito de la muerte de Joseph Conrad. Es una pena que ya no se escriba así, que la teoría literaria se convirtiera en un mejunje intragable y que los escritores perdieran el valor de decir por escrito lo que solo son capaces de confiesar delante de sus amigos:
 “La mayoría de las personas que conozco convienen en que Conrad es un mal escritor y reconocen el mérito literario de T. S. Eliot. Si yo supiera que, triturando a mr. Eliot hasta reducirlo a polvo fino y seco y espolvoreando con él la sepultura de Mr. Conrad, éste se levantase de pronto, molesto por este forzado retorno, y empezase a escribir, mañana mismo saldría para Londres con una máquina de picar carne para elaborar embutidos”.

4 comentarios:

Unknown dijo...

El propio Hemingway atrae pasiones de signos contrarios; pero concuerdo contigo en la nostalgia por cierta insolencia, por la frase inteligente y justa cargada del cinismo digno de un Cioran, o de nuestro querido Ponte, para no ir lejos... La critica sucumbió hace mucho ante la "political correctness" de la academia... el mal gusto y la mediocridad se vistieron de impunidad... Por ese camino un día llegara a resumirse todo en un "Oh, que bonito!"... Mejor sera ir poniendo en movimiento las maquinas de picar carne en cada esquina del "barrio" literario.

Luis González Ruisánchez dijo...

Esto de Hemingway es excelente, ese nivel de sinceridad se ha perdido. Coincido contigo en la superioridad de su trabajo periodístico. Su reacción lineal, corta, directa es el antecedente legítimo del estilo que hoy se aplaude en los textos para Internet.

Anónimo dijo...

Jjajajajja. Te disfruto, te disfruto.
Me fascina medio Baricco (SEDA y SIN SANGRE)
Aborrezco al tal Paulo C.
Redescubro a Deepak Chopra: SINCRODESTINO.
Viva la Vida! Viva la Yourcenar!
(Lemis)

Anónimo dijo...

ME GUSTABAS, Y AHORA ESTA CONFIDENCIA DE CONEJO, PERDÓN COELHO Y DE ALESSANDRO, ME FASCINAS ... ALGO MÁS EN LO QUE COINCIDIMOS ... TENDRÉ QUE DEJAR DE LEERTE O DENTRO DE POCO ME VERÉ SACANDO BILLETE PARA DOMINICANA A VER QUÉ MÁS TENEMOS EN COMÚN