23 abril 2009

El olor de La Habana

Una habanera que aún vive en su ciudad y la respira todos los días, protestó por el texto donde digo que el olor del gas me recuerda a La Habana. “Tengo una amiga que trabaja fabricando perfumes. Yo muchas veces me pongo a tontear con ella y mezclamos olores para ver en qué resultan.
Estamos empeñadas en encontrar el olor de La Habana”, me confesó ayer, en un mensaje que dejó en una de las ventanas del Facebook. “No estoy de acuerdo contigo en que La Habana huele a gas de la calle, aunque de vez en cuando explote alguna cañería. Lo cierto es que mi amiga y yo no nos ponemos de acuerdo.
Para ella La Habana es marina y fresca, para mí es caliente y sensual, para ella huele a hierba cortada, para mí huele más a café recién colado y a canela encima del arroz con leche”, asegura. “En fin, que, como buenas brujas en medio de un aquelarre, comenzamos a juntar pociones y fuimos probando. Al final, encontramos algo que nos gustó a las dos. Eso es lo que te quiero mandar. No es un perfume, es un aceite esencial, sólo para ponérselo en el pliegue de la muñeca y olerlo de vez en cuando”, me advierte.
Acepto el envío y prometo que llevaré el olor de La Habana como un reloj, asido a la muñeca. Aunque es inútil esperar que anuncie la hora de volver, al menos me aliviará en algo. Espero que muchos lugares reaparezcan cuando levante el brazo y respire hondo. Eso es lo que le pido siempre de los olores: que me devuelvan los lugares y la gente que perdí de vista, las cosas que deseo.

9 comentarios:

Bamaris Calderón dijo...

Los olores, sí, que nos hacen olfatear los lugares donde estuvimos. La Habana tiene tantos... Yo tampoco la habría asociado al gas, de hecho, no tengo un olor de ella, sino varios, a goma de autos, y humo, a meao, salitre y a vainilla, mira tú...

Wichy García dijo...

A mí tampoco La Habana me huele a gas. La verdad, estoy de acuerdo en que huele a muchas cosas, siempre dependiendo del rincón y del momento habanero. Tú mismo debes recordar que Cubanacán olía bien o mal en dependencia de como estuviese el Quibú, o como el Almendares matizaba los alrededores según su entonación. El malecón huele a salitre, a microscópicas goticas saladas en las vías respiratorias, y con un leve cambio, el puerto le adiciona un romántico aire teñido de petróleo. La calzada del cerro huele a humo negro de camiones, pero recuerdo al Vedado con olor a acacias, Playa como marpacíficos, o bien olor de panadería. No puedo dejar de recordar el paso por la avenida 31 sin el olor a pan recién hecho al rebasar el Fruticuba. Cierro los ojos y al imaginarme al barrio chino, me llega una mezcla extraña de verduras, salsa de soya y pared húmeda. El olor a orines de los carnavales y de la terminal de trenes se compensa un poco con el olor a espaguetis de 23 y 12.
Mi barrio de Marianao tenía algo de sazón sobre sartén quemado, como dulzón, acaso también algo de ropa mojada y café tostado.
Es difícil encontrar una esencia única, y como en el libro de Patrick Süskind, habría que amontonar muchas esencias en una sola para poder dar con la síntesis de nuestra memoria olfativa.
Sólo recuerdo una persistente unificación de olores en La Habana, por un día o dos. El fin de año, camines por donde camines, todo huele a carne de puerco asada.

Odette Alonso dijo...

Sí, cómo no, La Habana siempre olió a gas... Tal vez ustedes como habaneros, viviendo dentro de ella no lo identificaban, pero desde que la guagua venía entrando por la autopista se sentía. No es comentario despectivo ni mucho menos: así olía. No sé si haya cambiado con los años y la variación en las costumbres, pero hasta los principios de los 90 olía a gas.

Anónimo dijo...

Para mi, La Habana huele a canal de Venecia con bacalaos muertos

Wichy García dijo...

Uno desmenuza cada olor de la ciudad que mora en los sueños emigrados, hace el inventario de sensaciones olfativas con un cuidado que te lleva casi una hora recuperarlos con los ojos cerrados, hasta que alguien viene y de un mameyazo te despierta, asegurándote que la ciudad donde naciste simplemente se asemeja al hedor de un peo matutino.
La nostalgia huele a gas licuado, compatriotas.

Una que gozó mucho dijo...

Para mí La Habana huele a sexo en público. Nunca vi tanta gente haciéndolo a lo descarao. Punto. La Habana es una gozadera que huele a gozadera.

Lemis dijo...

Camilito: a mí La Habana siempre me olió a gas: a gas de Habana Vieja: lo cual no es en modo alguno algo malo: esa señora No entendió porque seguramente jamás fue becada. Cuando uno arribaba de madrugada a la Habana olía el gas que flotaba en la atmósfera, seguramente desde el siglo de las Luces, cuando el gas salía de la boñiga seca de caballo. Un afinador de pianos ciego, mexicano, me gritaba siempre en Xalapa, Veracruz: "La Habana huele a limoná."

Norberto Clemente dijo...

Su blog es un magnifico descubrimiento para mi, gracias al link de cubanos en houston he llegado hasta aqui para quedarme.
Un saludo

Michel Perdomo dijo...

A mi tampoco me huele a gas, ni cuando vivia alli ni cuando regresé de visita luego de ocho oaños sin ir. en mi cabeza la mar es la gran base del aroma de la ciudad y en la mayoría de los barrios se complementa con especias y flores, flores pequeñas silvestres, plantas creciendo por todas partes en plan invasión. no se do donde saldría tanto olor a gas, el noventa porciento de los habaneros cocina con luz Brillante, que es un nombre de masiado hermoso para el keroseno. siempre me pareció mas nombre de Negra guapa que de combustible